Consecuencias de la elección de Obama

Mucho se comenta sobre las consecuencias de los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 4 de noviembre en Estados Unidos. Por su lado, los rojos estanilistas del frente celebran y tratan a toda medida de adherirse al triunfo de Obama usando el mismo tema de cambio. La realidad es que el panorama de El Salvador es diametralmente diferente.
Por un lado, McCain tuvo que reempacar o mejor dicho radicalizar su imagen para las elecciones primarias republicanas para lograr ser el nominado. Se alejó de su postura de "maverick" en temas como inmigración y financimiento de campañas, por mencionar algunos, y no logró marcar la diferencia entre la actual administración Bush y su oferta electoral, especialmente en el tema de la economía e Irak. También fracasó en su intento por mobilizar la base republicana que sólo 4 años atrás había salido en grandes números a votar por Bush. Además, la campaña careció de una disciplina para adherirse al plan inicial y al final parecía que simplemente reaccionaban al día a día. Por si fuese poco, los asesores no pudieron contener la presión y comenzaron a hacer públicas sus diferencias a menos de 4 semanas de la elección.
Por el lado de Obama se manejó una campaña hermética en la que no se filtró ni el más mínimo detalle de la estrategia de su campaña. El candidato y sus asesores a excepción del candidato a vicepresidente lograron mantener una disciplina ejemplar a la hora del mensaje y desde un inicio hablaron a los votantes de un mejor futuro sin tener que recordarles los tiempos pasados de Clinton ni Reagan. Siempre fue el mañana.
Este breve analisis pone en relieve las diferencias abismales con el proceso político salvadoreño. En primer lugar tenemos a un M Funes que no es un Obama. El M Funes no tiene la décima parte de la inteligencia académica ni social de Obama. Basta verlo como reacciona con la prensa. Por otro lado, el mensaje insidioso de los rojos efemestalinistas genera desconfianza y temor. Algunos asesores y los cabecillas del partido contradicen públicamente al candidato lo que está lejos de la disciplina de mensaje y eso genera aún más desconfianza en los más de 500,000 votantes que finalmente decidirán la elección.
La ironía de todo esto es que los rojos siempre han sido un grupo antagónico a cualquier cosa que huela a imperio yanquí y ahora resulta que buscan a como de lugar arrollarse con la bandera de las barras y las estrellas. ¿Dónde quedó la dignidad?